El Reporte de Inclusión Financiera (RIF) del año 2023 revela un avance significativo en Colombia: el 94,6% de los adultos ya cuenta con al menos un producto financiero. Este logro, impulsado por la mayor accesibilidad a productos y la expansión de la red financiera, refleja un avance notable en la inclusión financiera del país.

El año pasado, más de 30 millones de adultos poseían una cuenta de ahorros, y los depósitos de bajo monto, vinculados a monederos digitales, experimentaron un crecimiento notable con 4,1 millones de nuevos usuarios. Las transacciones digitales también se han disparado, pasando del 23% al 63% del total en cuatro años.

Sin embargo, el panorama no es del todo optimista. A pesar de los avances en acceso a productos básicos, la penetración del crédito ha disminuido, alcanzando solo el 35,3% de los adultos. Este retroceso, atribuido a la política monetaria contractiva y al deterioro de la cartera, plantea un desafío crucial para el sistema financiero colombiano.

La disminución en la penetración del crédito no solo afecta la capacidad de los colombianos para acceder a financiamiento, sino que también limita su capacidad para emprender, invertir y mejorar su calidad de vida. Además, el deterioro de la cartera crediticia pone en riesgo la estabilidad del sistema financiero y puede tener efectos negativos en la economía en general.

Para superar los retos de la inclusión financiera, una iniciativa gubernamental propone una nueva agenda centrada en tres pilares: nuevas mediciones que evalúen el impacto real de los productos financieros en la vida de las personas, nuevos productos personalizados que atiendan las necesidades de la población desatendida, y nuevos servicios financieros verdes que impulsen la transición hacia una economía sostenible y ayuden a los más vulnerables a adaptarse al cambio climático.

Si bien Colombia ha logrado avances significativos en inclusión financiera, el desafío del crédito y el deterioro de la cartera exigen una acción decidida y coordinada.